jueves, 30 de abril de 2020

Diario de una cuarentena. Día 49

Estoy entrando en el desencantamiento. Es la última fase (por ahora) de la cuarentena. Al principio, esos primeros días tan raros y tan inciertos, yo pensaba en esto como una oportunidad, casi una nueva era y enseguida comprobé que sólo era un agobio y un estrés. Después llegó la calma y pasé a fase enamoramiento, en la que organizamos la isla desierta y pensamos que podríamos resistir ya lo que fuera y por el tiempo que fuera. Ahora, precisamente cuando el final se ve más cerca, cuando ya hay fechas para ir haciendo cosas "normales", es cuando me siento cansada y desencantada. No me siento segura con lo del desescalamiento y me temo que cuando lleguemos a cierta normalidad, me quedaré sola pero peor que antes. En mi trabajo me exigirán como si nada hubiese pasado, pero con los niños en casa. Y por otro lado yo ya quiero estar algún día sola... o no, no lo sé, la verdad.
Y sin embargo, cuando las medidas se van haciendo realidad, las disfrutamos. Lo de la salida de los niños, por ejemplo, es algo que seguimos disfrutando mucho. Y eso que hoy salí con ellos sin ganas, después de intentar que saliese mi marido. Pero a los niños les sienta fenomenal, se lo pasan bien simplemente pateando una pelota y persiguiéndose por la hierba del parque, que sigue alta y llena de margaritas. Y la hora pasa volando, pero ni se quejan, saben que otro día podrán volver a salir. La tarde se nos acorta como si en realidad saliésemos más de una hora y de noche se duermen antes. Yo no hago mucho ejercicio cuando salimos al parque y sin embargo físicamente lo noto. Y además de nuevo hoy, novedades desde el gobierno. Desde el sábado 2 de mayo se podrá salir a hacer deporte o pasear. Habrá distintas franjas horarias para las distintas edades. A mis suegros, por ejemplo les dará un respiro, hartos ya de su bici estática y de caminar por el pasillo, aunque aun no podremos verlos o más bien, aun no podrán ellos ver a los niños, que es en realidad lo que quieren.
Y yo pienso que si el sábado y el domingo mi marido saliese con los niños y yo saliese a caminar, ya estaría haciendo una vida mejor que la de antes del confinamiento, así que no está nada mal.
Además de las novedades estas que me provocan sentimientos encontrados (alivio-miedo) tengo por delante un fin de semana de casi cuatro días. Mañana, el sábado y el domingo no tenemos ni trabajo ni cole y el lunes tenemos trabajo pero no cole. Me gustaría, además de descansar y salir a caminar, trabajar, porque si estos días me centro y saco adelante unos cuantos informes sé que la semana que viene no me sentiré tan mal cuando no esté trabajando al 100%.
Y el domingo es el día de la madre y el lunes nuestro aniversario, así que estamos de fiesta. Lo de salir a comer fuera está pasando de una novedad a casi una costumbre y además voy a hacer mi tercera tarta de chocolate del confinamiento. Pero bueno, haga las que haga, las cochelates siempre son muy bienvenidas en esta casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario