jueves, 2 de abril de 2020

Diario de una cuarentena. Día 21

Hoy me ha vuelto a cambiar el pH. Hoy ya soy yo. He vuelto al modo rutina y al modo esta es nuestra vida ahora, nos vamos a limitar a vivirla.
Y el cambio lo noté desde el primer minuto despierta, que ya me levanto pensando en qué tengo que hacer. Lo que no sé es cuándo logré estar despierta de verdad, porque por un detalle que me pasó, sé que después de ducharme aun no lo estaba. Yo fui primero a la ducha y al salir entró mi marido. De inmediato regresa a la habitación, me mira y me pregunta si hay algún motivo por el que haya tirado la braga al váter. El motivo tiene que ser el sueño, porque evidentemente quise echarla al cesto de la ropa sucia.
Así que supe que necesitaba un café para evitar que uno de mis hijos acabase dentro de la lavadora.
No pude disfrutar todo el desayuno sola porque entró mi hijo al final, pero es tan mono cuando entra así medio adormilado aún (aunque ya vestido) que ni me molesta. Se ha puesto una camiseta del cole que utiliza para educación física y me hace gracia que conserve esa asociación.
Cuando yo termino lo dejo desayunando y aprovecho para ordenar y dejar lista su habitación. Lo de poner patas arriba las habitaciones para dejarlas listas también es algo que me anima mucho, parece que estoy levantando el país.
Mi hija, como es habitual, es la última en levantarse y misteriosamente he convencido a mi hijo de que no la espere y vaya viendo lo que le toca a él hoy de tareas. Eso sí, de todos modos el "buenos días" lo harán juntos.
Sus profes les comunican que precisamente hoy se conmemora el día en que la fundadora del cole tuvo la inspiración para crear los centros que se iban a dedicar a la educación de niños y jóvenes. Mientras lo leo pienso con incredulidad cómo se podía acordar la buena mujer de la fecha exacta, pero no les digo nada a los niños por no empañar la fiesta. Para celebrarlo les ponen una de las canciones típicas del colegio y la cantamos y bailamos los tres. 
Me parece super positivo empezar las jornadas con una canción, un baile...da mucha energía.
Además de que tengo un buen día, mis hijos tienen hoy unas clases bastante ligeras. Pienso que es lo mismo que les pasaría en el colegio, que después de las notas y a dos días de las vacaciones de Semana Santa, la cosa no es muy seria.
Mi hijo tiene una propuesta muy chula para educación física y quiere que empecemos por ahí, pero le aconsejo que empiece por algo más aburrido y dejamos eso para cuando estemos más cansados. Más tarde lo hacemos los tres, es la "Harry Potter Workout", una tabla de ejercicios que varía según el personaje de Harry Potter que elijas. Me encanta y pienso si estas cosas también las harían en el cole convencional. Si no es así, creo que deberían incorporarlo, porque es una forma súper divertida de hacer ejercicio. Y...aprovechando que ya estamos en educación física....¡hacemos la coreo de Living on a prayer". Qué subidón, esto sí que tengo que hacerlo todos los días. 
Qué bien me sienta sentirme bien, estos días atrás me pesaba la vida y no era capaz de salir de ese estado.
Más tarde, mientras comemos, mi hijo comenta que él está bien en casa, que le gusta estar así y mi marido repite lo de ayer, que a él también le va esta vida. Yo claro que le veo muchas cosas positivas, como la tranquilidad que da no tener horarios ni compromisos, pero como ya trabajaba en mi casa, noto que he cedido mi espacio. Sigo pensando que sin tener que trabajar yo también estaría con esa sensación de estar mejor que antes. Lo del teletrabajo es una trampa.
Por la tarde no me siento tan cansada como ayer, pero igualmente echo una siestecita en el sofá. Esto sí que no lo hacía antes.
Y de esta siesta despierto muy despejada y puedo hacer cosas, estar contenta, ponerles la merienda en el salón...
Por sorpresa suena mi móvil y es una vídeo llamada en grupo de amigas de mi hija pero no de la clase de ahora sino de la clase de infantil. Sigo pensando que no estaría de más avisar antes (otra invasión) pero contesto y se pone a hablar un poquito con sus amigas. De todos modos en seguida se cansa y me dice que quiere jugar a la consola con su hermano. Y la entiendo perfectamente porque un hermano de carne y hueso (y con Switch) es más apetecible que unas amigas casi virtuales. Creo que en esta situación mis hijos tienen mucha ventaja por tener hermanos, incluso contando todas las veces que se pican el uno al otro y se pelean. Y nosotros también, porque un hijo único nos estaría demandando una atención que no siempre podríamos darle.
Y el resto de la tarde volvió a ser entretenida y bastante tranquila. Jugamos a la oca, aplaudimos, mi hermana comentó que habían extubado a dos pacientes (bieeeeeen). Es curioso cómo se percibe perfectamente hasta en los mensajes de whatsApp cuando están teniendo un buen día en el hospital y cuando no. A la vez recibo otros mensajes esperanzadores y los comparto con la gente que me gusta. Aunque en otro grupo, un día más, alguien comparte lo malísimos que son Pedro y Pablo y bla bla bla. Otra del grupo le contesta y acabamos varias diciendo que no es por un gobierno u otro, que no es por el tinte político, es porque este no es momento de ataques y malos rollos, sino de sumar. A ver si se entiende al menos en grupos de whatsApp...
Otra amiga pasa una receta de brownie en taza para microondas (madre mía que pinta) y una más comparte unos cortos buenísimos hecho por otra amiga que se inspira en su propio confinamiento para hacerlos.
Bien, todo funciona y el mundo, aunque medio enfermo y medio confinado, sigue girando.
Hoy he conseguido sentarme a escribir antes de lo habitual, mientras mi hijo se termina su primer libro de Harry Potter. Así que después de cenar descansaré y mañana ya será viernes. El viernes antes de Semana Santa, cuando los niños comienzan las vacaciones de Pascua. Espero que las disfruten y que la gente no nos amargue la vida teniendo que ver la caravana de la operación salida.

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