jueves, 16 de abril de 2020

Diario de una cuarentena. Día 34

Hoy me he levantado cansada. Creo que porque es miércoles y a mí tres días madrugando ya me afectan, pero es que además mi hija se desveló a las siete y cuarto por una pesadilla. Y claro, ya no me levanto igual.
Desayunando noto que todo se me hace pesado...y quiero salir. Sólo caminar por la calle, un ratito y volver. Y sé que no debo pensar en algo que no va a pasar pronto, pero quiero salir y en ese momento es lo único que siento. Que no quiero dar las clases, que no quiero trabajar, sólo salir y que esto acabe.
Me pongo a trabajar antes de que mis hijos se levanten pero no me apetece nada y en el fondo lo que quiero es que se levanten. Mi única compañera que ahora mismo está trabajando me escribe con algunas dudas de cómo enfocar su trabajo y la verdad es que disfruto más de la conversación que de lo que yo estaba haciendo.
Cuando se levantan los niños, mi hijo tiene muy buena actitud, se hace el desayuno y hasta la cama, pero mi hija está cruzadísima. Y yo me desespero porque no entiendo que si la dejo dormir hasta que ella quiera se levante como si yo la hubiese hecho madrugar. En fin, todos tenemos nuestros momentos.
A pesar de que mi hijo ya ha comenzado solo con sus clases a mí se me hace todo eterno y me molesta que mi hija tarde tanto en todo lo que hace.
Finalmente todo se encarrila cuando hablan entre ellos y deciden hacer el "buenos días" juntos. Ven un corto y luego un vídeo de un cuento. Y ya, pistoletazo de salida y cada uno a su habitación. Con mi hija, como ayer, las dos primeras asignaturas las despacha rápido. Hace su primer descanso coincidiendo con su hermano y a mí me viene muy bien para resolver un par de temas de trabajo. Me parece sorprendente que hoy la directora esté pendiente de unos trabajos pequeños de plantación, pero bueno, me sienta bien hacer cosas corrientes  y resolver cosillas.
Yo también hago mi descanso y me tomo un café. Mi marido hoy no me acompaña porque tenía reunión por vídeo llamada. Después sí que sale y me comenta que para dos días que llevan con la producción algo baja, su jefa ya está amenazando con poner a técnicos y encargados a disposición de otras unidades territoriales. Siempre las empresas y el dinero por delante, como si este fuese un momento para separar a los trabajadores de sus familias. Y luego dicen que esto nos va a cambiar...
Intento que los niños vuelvan a las clases y mi hija se revela. Yo ni me inmuto. Con las pocas ganas que tengo yo, como si no vuelve a trabajar. Pero nada, rectifica rápido y nos ponemos con lo que le falta. Por suerte le cuesta volver pero una vez que se sienta, cambia de actitud. Menos mal que mandan vídeos de apoyo porque le tocaba la diferencia entre círculo y circunferencia y se lo dije al revés. Después le puse un vídeo y por suerte se quedó con lo que le decía el vídeo y no yo.
En cuanto acabamos las clases, que fue bastante rápido, me puse a preparar la comida. Pero mi hijo que había estado perfecto toda la mañana se puso en plan pesado y chinchando a su hermana.
Al ponernos a comer se puso todo contento porque de aperitivo puse provolone al horno, que le encanta. Pero curiosamente después, puso muchas pegas a la comida, algo muy raro en él y contra todo pronóstico mi hija comió fenomenal y él ni siquiera se acabó su plato.
Después de comer yo ya no podía más de cansancio y me tumbé en el sofá cogiendo a mi hija como si fuese la muñeca de dormir. Yo me quedé frita al minuto pero creo que ella no. Cuando desperté mis hijos veían una película rarísima de Disney donde en un instituto, unos adolescentes no querían integrar ¡a unos zombis! como es de suponer en esas películas, al final ganaba la tolerancia y bailaban juntos zombis y animadoras ¿de verdad, Sr Disney, es el mejor grupo social para hablar de integración? ¿aceptar a los zombis?
En fin. En breve merendamos (hasta cuando escribo me parece que siempre estamos comiendo) y aproveché para trabajar algo más.
Mi hijo tenía que acabar alguna cosa que dejó de esta mañana y sobre todo trabajos que le mandaron para entregar el viernes. Estaba en plan vago pidiéndome que le ayudase cuando realmente lo que quería es que le dijese las respuestas. Tenía una lectura de lingua y no sabía la respuesta a una pregunta que le hacían. Yo sólo le contestaba en plan madre "pues lee el texto" y él insistía en que lo había leído una y otra vez y no lo encontraba. Así que yo, en plan más madre aun le dije "si voy yo y lo encuentro te quedas sin Switch hasta el domingo". Entonces dijo que mejor lo leía otra vez. Pero debe ser que por el camino se le pasaron las intenciones porque seguía diciendo que no lo encontraba. Al final decidí ayudarle, y cuando ya me había leído la lectura, salió mi marido, que había acabado de trabajar y le pasé el encargo. Ese y el de ayudarle a pasar a limpio el relato de lingua que tenía que entregar, sin faltas.
Cuando acabó de escribir su relato, con buena letra, limpio y sin faltas, mi hijo vino todo orgulloso a enseñármelo y yo le recordé el churro que quería entregar el primer día. Él dijo que le había dado mucho trabajo, pero claro, es que de eso se trata, de currarse las cosas para que le salgan bien. Pero no lo acaba de ver, él es más inmediato.
En medio de todo esto salimos a aplaudir. No llovía pero acababa de hacerlo. Y mientras aplaudíamos nos mirábamos, nos reíamos y mi hija soltó un grito en plan "vamoooos" para arrepentirse de inmediato con un "ay, qué vergüenza". El tiempo estaba desagradable y hacía hasta frío así que hoy no me quedé en la ventana. Lo que sí hice fue subir los estores del otro lado del salón, los que dan a la avenida, porque ahora que los árboles ya empiezan a tener hojas, da gusto verlos desde casa. Y total no hay gente por la calle que nos vea. Es una maravilla vivir así, disfrutando de la naturaleza desde casa.
Ya con los baños y las cenas me acuerdo de los deberes de mañana y de que los dos van a tener vídeo llamada con sus clases. Mi hijo tiene iPad, pero con mi hija tenemos que ver desde dónde lo hacemos, cómo va a trabajar mi marido mientras... las tecnologías nos dan muchas oportunidades, pero eso no quiere decir que en nuestra casa haya aparatos electrónicos suficientes como para seguir esas oportunidades. Yo tengo mis dudas de que lo de mañana, con toda la clase a la vez vaya a aportar algo, pero ya veremos. Y a mi hija, cuando le dije que mañana iba a ver a su profe y a todos sus compañeros ni siquiera me pareció que le hiciese ilusión, sólo me contestó "¿para qué?".
Así que mañana estaremos a la expectativa. Y hoy, sólo quiero descansar,  así que hasta mañana.

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