domingo, 10 de mayo de 2020

Diario de una cuarentena. Día 59

Lo más extraordinario que nos pasó hoy es que por fin hicimos una vídeo llamada con mis cuñados (el hermano de mi marido y su mujer) y mi sobrina, que el viernes que viene cumplirá un año. Para ser tan pequeñita aguantó bastante tiempo sentada y miraba a la pantalla fijamente, entre extrañada y contenta. Señalaba el móvil sobre todo cuando hablaban mis hijos y poco a poco se fue soltando y riendo, pero sobre todo moviéndose. Cuando dejamos de verla era un bebé que aun se movía poco y ahora se baja del sofá y camina cogida sólo por una mano. Me hubiese gustado verla más durante este tiempo, claro, pero en el fondo es la que menos pena me da, porque no es consciente de si esto de no salir a la calle ni ver a la familia es lo normal o no. Y claro que será raro que cumpla un año y no lo celebremos, pero realmente ningún niño recuerda su primer cumpleaños.
Otra novedad de hoy fue que por primera vez no salimos a aplaudir. No es que ya consideremos que hemos dado todas las gracias, simplemente coincidió que estábamos con la vídeo llamada. Pero ahora lo pienso y me pregunto cuándo dejaremos de aplaudir... Me parece que no importa tanto seguir aplaudiendo como tener presente a los demás, a todos los que no han parado de pelear en su trabajo en todo este tiempo y sobre todo no olvidar, que es lo más difícil.
El momento de aplaudir bajó de intensidad cuando a esa hora empezamos a poder estar en la calle. Estamos en la ventana aplaudiendo y vemos llegar a casa a los abuelos rezagados mientras salen runners y paseantes. Yo no he vuelto a salir a caminar.
Y esta semana, en unos minutos ya, entramos en una nueva fase. Yo no la tengo clara y además hay cosas que ni me apetecen. Quiero decir que podría ir a la peluquería y adaptarme a que me peinen con la mascarilla puesta, pero ir a una terraza con mascarilla y sentándome a dos metros de alguien...todavía no lo veo. Como ya dije, creo que lo máximo que haré será comprar en alguna tienda del barrio. Y es que además con los trabajos, el cole y mañana la compra semanal del súper, tampoco es que vaya a tener tiempo para mucho más.
Pero al menos mañana empiezo la semana más tranquila porque hoy conseguí terminar el informe que empecé ayer. Me molestaba tanto tenerlo "ahí en medio" que hasta soñé que una técnico del ayuntamiento que está de baja me llamaba por teléfono para preguntar por él. Y yo justo estaba contándole que en realidad lo tenía casi acabado, cuando me desperté. Ya era bastante tarde, por cierto, pero es que mis hijos habían hecho mucho ruido esta mañana al despertarse y luego cogí el sueño durante más tiempo. Me levanté tan aturdida que no trabajé nada en toda la mañana y además después de comer tuve que dormir la siesta. Es algo absurdo pero me pasa, si duermo de más, tengo más sueño. 
Así que mañana empezaré la semana más tranquila en lo laboral pero con la pereza de siempre hacia las clases y la compra. La parte buena es que mi marido el viernes no trabaja porque es nuestro patrón.
Y espero que mi hijo cambie la tendencia que llevaba hoy, porque estuvo realmente molesto, de estos días que no recuerdo que haya tenido un momento bueno. Cuando empezaba a cenar, la madre de su mejor amigo me preguntó por whatsApp si podían hablar por video llamada y no lo dudé. Creo que cuando tiene un día tan malo, no necesita castigos, necesita una alegría y sabía que esta iba a ser grande. Así que nos llamaron y los dejamos solos hablando. Me hacen mucha gracia, la verdad y aunque arrimé la puerta de la cocina, oía las risas de los dos. Pobres, se adaptan tan bien a todas las situaciones que a veces olvidamos que sólo son niños y que necesitan divertirse y reírse, nada más. A ver si mañana empezamos todos la nueva fase con buen pie y nos mejora el ánimo.

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