viernes, 8 de mayo de 2020

Diario de una cuarentena. Día 56

El resumen del día de hoy podría ser RUTINA. Rutina de confinamiento o de fase 0, claro. Hasta bajar a la calle con los niños es parte ya de esta rutina, no hace falta repetirlo 21 días para incorporarlo. Y sigo en la misma línea esta semana, centrada en lo que tengo que hacer en cada momento (que ya es bastante) pero sin pensar en nada más. Hoy han dado el visto bueno a que las poblaciones de pocos habitantes y no sólo los municipios, se libren de cumplir las franjas horarias, por ejemplo. Pues he leído la lista de lugares y he dudado si nos corresponde, pero después lo he dejado, total nosotros vamos a seguir bajando sólo con los niños y a la hora a la que estábamos bajando, que nos va bien para no encontrarnos con mucha gente. Que da un poco igual lo nuevo si lo viejo nos valía, vamos. Es un poco como mi vida de antes, existían muchas opciones, de vida, de ocio, etc que no hacíamos, nosotros teníamos nuestra vida en ese mundo con lo que era parte de nuestras rutinas. Pues ahora igual, la opción de deporte o paseo para los adultos no la practicamos (de momento). Y es que además el fin de semana está ahí al lado y cuando pase, entraremos en otra fase con otras opciones. No merece la pena por tanto, romperse mucho la cabeza con lo que puedo o no puedo hacer hoy.
Además en el fondo es como si no nos afectase tanto lo que pase fuera de casa. Los cambios que de verdad marcan nuestra vida o definen el día son los de dentro: que esté más o menos cansada, que mis hijos colaboren o estén petardos, que el trabajo me vaya bien, que estemos animados, contentos... Hay días que me olvido tanto del exterior que tengo la sensación de que se va a ir desescalando todo el mundo y nosotros seguiremos haciendo una compra semanal, bajando a los niños una hora al día... Y es que al final, el cambio que realmente dará un vuelco a mi vida será que los niños puedan ir al cole y eso es algo que ahora mismo no se sabe ni siquiera si podrá ser en septiembre. Me da una pereza infinita pensar en el próximo curso, así que no lo hago.
Y con mi trabajo tengo altibajos; por un lado me siento muy bien cuando aporto, cuando me siento útil... pero por otro me ahoga no llegar a todo y trabajar cansada, sin estar en pleno uso de mis facultades mentales. Es un privilegio tener trabajo y que además me guste lo que hago pero la verdad verdadera es que supondría un alivio mental y físico no tenerlo. Y es que esa es otra, el cansancio que me supone este ritmo de vida, este estar continuamente comunicándome con alguien o escuchando a alguien que me cuenta algo, que me pide algo, este día que no tiene suficientes horas para todo lo que tengo que hacer, este sueño infinito que no se va nunca por mucho café que tome...
A veces me parece que sigo viviendo gracias a la música que escucho en momentos sola, al café con mi marido a media mañana, al ratito que paro en el sofá antes de irme a dormir, a lo bien que me lo paso en el parque con los niños a pesar de la pereza que me da bajar y como no, a la siesta que me he dormido hoy antes de salir con los niños ¡benditas siestas!
Mañana es el cumple de mi madre. Habría cumplido 87 y todavía le quedaría mucho por vivir. No voy a hacer otra tarta de chocolate, que ya es vicio, pero lo celebraré igual, como siempre. Celebraré haber tenido la suerte de tenerla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario