martes, 5 de mayo de 2020

Diario de una cuarentena. Día 54

Tengo mucho sueño. Y todavía es martes.
No voy a contar qué hemos hecho hoy, porque seguro que no me acuerdo. Voy a divagar.
Empezando por el final, diré que me encuentro bien (a pesar del cansancio) porque hoy me siento "normal", haciendo esta vida sin pensar más allá. Y los días que me tomo así son los que funcionan o más bien, en los que funciono yo. Cuando estoy con los niños me centro en sus clases, cuando estoy trabajando en el trabajo, cuando cocino, en la comida. Y así debería ser siempre. Si te centras en lo que vas haciendo en cada momento, la vida va sola y no hay angustias, ni miedos ni nada más.
Me estoy acordando de que hoy me llamó una persona del servicio al cliente de R. Pobrecita. Llama con el discurso aprendido, "como estamos confinados y ya llevamos mogollón de días, seguro que llamo a la titular del contrato y se queda encantada con la oferta, un canal de estrenos de cine". Y la pobre da conmigo, que le digo que a mí lo que me pasa es que me sobran canales. Lo intenta y me dice que acaban de estrenar "Cuando acabe la guerra" y yo que sí, que me parece muy bien, pero que a mí lo que me faltan son horas para ver la tele, no canales. Nada, al menos a la segunda se dio por vencida y muy educada se despidió y se fue a buscar a alguien normal a quien poder llamar.
La verdad es que ya lo he dicho, veo más películas que antes, pero aun así ese más es ver una o dos a la semana y para eso ya tenemos opciones de sobra. Lo que sí me apetece cada vez más es leer. Tengo en casa algún libro empezado y varios sin leer y me encantaría coger uno, sumergirme en él y sobre todo, llegar a acabarlo. Ahora que escribo tanto que no me lo creo, tanto, que estoy más cerca de parar que de seguir... lo que me va apeteciendo de verdad es leer. Siempre pienso que me queda tanto por leer...
¿Y qué más...?
Que hoy mi marido ha ido a la compra (a coger lo que yo dejé sin coger ayer) y hemos cambiado la lubina por atún rojo. Que bueno, que dice mi marido que él vio precisamente el otro día uno de estos programas de investigación que llegaba a la conclusión de que en España prácticamente no hay atún rojo. Pero da igual, estaba bueno. Y seguimos comiendo muy bien. Y los niños también.
El tiempo ha estado algo mejor que ayer pero como por la mañana llovió mucho, no fuimos a jugar al parque y volvimos a optar por el paseo. Enseñé a mis hijos un parque de juegos que queda casi en nuestro límite del kilómetro. Ahora está cerrado, con cinta de la policía y todo, pero les dije que se quedasen con el sitio y con la idea, porque cuando se pueda ir, un día les diré "¿queréis ir al parque de las montañas que queda más allá de la pasarela azul? y vosotros diréis siiiiiiiii". Y no sé muy bien por qué, esa chorrada les hizo muchísima gracia y al llegar a casa se la contaron  a mi marido muertos de risa. Está genial que se adapten a lo que yo les propongo. Y mira que en casa son más tiquismiquis pero cuando se trata de salir a la calle, todas las opciones les parecen buenas. Aceptan salir a jugar, a pasear, cualquier destino y yendo por cualquier camino. Nos sienta de maravilla, la verdad, pero yo vengo agotada. Y hoy habría cambiado la salida por una siesta, pero al menos a la vuelta ya no tenía sueño.
No he visto en todo el día noticias ni ruedas de prensa pero por mensajes y redes me suena que la derecha no quería prolongar el estado de emergencia. Me flipa que algunas cosas sean de derechas o de izquierdas y no de sentido común. Si hay que estar en casa, eso no es opinable. Y si encima pensaban que habría que haber parado antes no sé por qué ahora hay que volver a la normalidad antes también. Yo es que sigo con cero prisas. Hasta cuando dicen que hay que asumir que nos contagiaremos todos... vale, pero que se vayan contagiando otros y de manera ordenada, si puede ser. Porque después me quedo siempre con lo mismo, volver a la "normalidad" pero con los niños en casa ¿normalidad para quién? Igual que lo de volver en septiembre al cole pero con la mitad de niños ¿y quién se va a quedar con la otra mitad en casa? ¿quienes van a renunciar a sus empleos, quiénes pedirán excedencias y reducciones de jornadas? pues como siempre, las madres. Porque como siempre, si hay que hacerlo por nuestros hijos, se hará, pero eso no hace que deje de ser una putada.
Ya me voy a dormir pero antes quiero contar que hoy mi hijo tenía una actividad de plástica que resultó ser muy chula. Yo estoy con su hermana y sólo lo puedo atender a él si tiene alguna duda o algún problema. En un momento dado vino a decirme que tenía un enlace para entrar en el museo del Prado pero que no iba. Le dije que esperase un rato porque cuando todos intentan entrar a la vez en algo, pasan estas cosas. Al rato entró y dijo que ya había escogido un cuadro. Entonces mi marido dijo que el cuadro era bastante feo y yo, sin verlo pero conociendo a mi hijo como si lo hubiese parido, dije que probablemente fue el primero o segundo que encontró al abrir la página. Mi hijo dijo que había escogido el cuadro pero que ahora no era capaz de subirlo a la aplicación que había puesto la profe. Me sonó raro que esa fuese la tarea de plástica, sin tener que hacer nada y mi hijo dijo poco convencido que creía que eso era todo. Cogí yo el iPad, leí el contenido del trabajo y lo que tenía que hacer era recrear en la realidad el cuadro y sacarle una foto. El cuadro era un retrato ecuestre y le dije que como no tenía caballo al que subirse, podía hacerlo con uno de juguete y con jinete de juguete también. Y me enseña un click de Playmobil con un caballo igual al del cuadro. Pretendía dejarlo así. Y le dije que de eso nada, que con todos los recursos que tiene, ya podía buscar chistera para el jinete, árboles de Playmobil u otros juegos, muros... vamos, todo lo que se veía en el retrato. Al ver por dónde iba yo, le entusiasmó la idea y se puso a buscar con interés. Al final la composición se iba pareciendo más a la del cuadro y como punto final le dije que en lugar de poner todo encima de su mesa, que es blanca, pusiésemos un cartón, que se parecía más a la tierra. Una vez todo colocado, faltaba hacer la foto con un encuadre parecido. Quedó genial. Y lo mejor es que después de llevar unos días discutiendo, ponernos a hacer esto juntos fue como suavizarlo todo. Creo que a partir de ahí nos cambió el día a los dos.


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