lunes, 4 de mayo de 2020

Diario de una cuarentena. Día 52

Hoy empecé el que se supone que era mi día, levantándome tarde de nuevo. Pero al menos tenía ya hecha parte de la comida. Esto de comer fuera los días señalados tiene el pequeño inconveniente de que me da más trabajo, aunque de todos modos, merece la pena. Y como es algo que hago porque nos gusta, no me agobié por el tiempo, por llegar a alguna hora, sino por disfrutarlo. Así que primero empecé por la tarta de chocolate para pasar después a la tortilla de patatas. La tortilla no es mucho del tipo de restaurante al que íbamos a comer, pero sí es mucho de madres, así que iba perfecta con el día. Mientras la hacía, no dejaba de pensar que a mí lo que me salva para cocinar y para intentar hacerlo cada vez mejor, es lo mucho que me gusta comer. Y en concreto la tortilla me compensa por lo rica que me sale. Como no tengo abuela, ya me lo digo yo todo. Y como no, es que además de acordarme de mi madre, también me acuerdo de mi abuela, tan parecida a ella, con sus ataques de risa y lo riquiña que era. Y con la montaña de patatas tan ricas que hacía...
Cuando todo estaba listo me duché y me sequé el pelo con secador, dejándomelo bien peinado. Lo tengo más largo de lo que es habitual en mí últimamente pero estoy contenta con el color. También me puse las lentillas y me maquillé y como el día estaba tan bueno, aproveché para ponerme una blusa medio trasparente. Para acabar, escogí unos pendientes llamativos, ahora que a diario no me pongo ningunos. Los niños y mi marido también se pusieron guapos y mi hijo mayor se repeinó todo echándose agua y dándose diez toques de colonia, ja, ja, ja.
Nos hicimos fotos al llegar al restaurante, había que aprovechar la ocasión. Y una vez más fue super agradable comer en el salón, esta vez con las ventanas abiertas y hasta con el ventilador en marcha. La verdad es que hacía un día espectacular.
Después de comer, los demás se cambiaron para bajar al parque mientras yo recogía todo y hacía la cobertura de la tarta. De aspecto me quedó un poco rara pero no importa, porque de sabor siempre está espectacular. Mis hijos llegaron a tiempo para catarla, aunque no tuve la prudencia de decirles que se lavasen las manos antes ¡¡¡aaaaah!!! Estamos con todo el cuidado y se me pasa lo básico.
El caso es que llegaron de la calle sudando, como si fuera verano. Mañana también hay un buen pronóstico y tendremos que buscar una alternativa. No me gustaría salir más tarde de casa, así que habrá que pensar en algún sitio más fresco o con más sombra. Mi marido me contó que en el parque no había sólo niños, como correspondería a la hora y que, en concreto, vio gente que claramente estaba en la franja de mayores de 70. Después si hay un brote, esa misma gente dirá que "es que la gente que salió" o "es que los niños" que son los que tienen ahora la culpa de todo. Yo, después de la experiencia de ayer, ya tengo claro que hoy no voy a repetir. Y la verdad es que me vendría bien caminar, que estoy empezando a engordar, pero no quiero salir así, no por ahora.
Hoy también nos ha sorprendido la nueva medida que anuncia que a partir del 11 de mayo (que será fase 1 de desescalada) podremos juntarnos en casas hasta 10 personas. Yo la verdad es que no lo veo, no nos veo yendo a casa de mis suegros con mascarilla y manteniendo una distancia de 2 m... prefiero esperar a otra fase. Y es que en general me sigue causando más desasosiego esta desescalada que la escalada.
Por la tarde tomamos la tarta de chocolate, a pesar de que habíamos comido tan tarde que podríamos haber pasado sin merendar... pero esa tarta de chocolate que nos llamaba desde la nevera... no se podía aguantar. Y la verdad es que estaba buenísima.
Después de la tarta me puse a trabajar, en el salón. Y si bien ayer se produjo el milagro y mi marido por fin consiguió que se oyese la tele por el home cinema, hoy consiguió que se oyese un CD en el DVD. Nos reímos mucho cuando lo consiguió porque yo no sé los días que estuvo intentándolo, pero está claro que sin cuarentena esto no habría pasado. Pero bueno, una vez que vimos que funcionaba, le pedí que lo apagase para trabajar. Como siempre, no me apetecía nada de nada, pero es que ya no tengo elección, tengo que sacarme esto de encima. Y mi hijo no ayudó mucho, la verdad, porque estaba petardo, molestón... tuvimos que acabar por decirles que jugasen separados.
Cuando salimos a aplaudir se notaba el ambiente relajado y casi de fiesta. Por la zona donde vivimos no hay mucho movimiento de gente un domingo y sin embargo hoy, con las ventanas abiertas, nos llegaban conversaciones de ventana a ventana de los vecinos y otras de gente que paseaba. Lo más alucinante es que se oía música y gente haciendo ruido que parecía venir de la plaza de mi casa. No es por ser cascarrabias, pero no me gusta nada eso de que ahora parezca que valga todo y que porque cuatro vecinos se quieran montar la fiesta, los demás tengamos que aguantarlos. Yo estaba intentando trabajar pero del mismo modo, habrá gente que quisiese dormir, ver la tele o lo que sea. Pero bueno.
En un momento mi hija apareció a mi lado, me abrazó, me dijo que me quería y se fue. Por la tarde me regaló una canción que improvisó por el día de la madre. Soy muy fan de sus canciones y sobre todo de sus bailes, me encanta que se exprese así sin ninguna vergüenza.
Mi hijo se dio cuenta en la cena de que no me había regalado nada y me dijo que mañana me haría un regalo. La verdad es que me da igual. Todo el día me han llegado mensajes de grupos de madres, felicitaciones...y me dan igual, es como si no fuese conmigo. Sí me he quedado contenta de mandarle a una de mis hermanas un regalito, una foto de mi madre con ella cuando era un bebé. La encontré ayer por casualidad y de hecho el original está en casa de mis padres, creo que esta es una foto de aquella. Es una preciosidad y me encantó encontrarla justo para dársela hoy. 
Me acordé de tantos días de la madre con la mía, de las flores que le comprábamos...y le pedí por la tarde a mi marido que me hiciese unas fotos con mis hijos. Ellos no son conscientes ahora pero este ha sido un día de la madre muy especial, confinados y llenos de preguntas. Con los años les encantará redescubrir este día en esas fotos.
Y mañana vuelta al trabajo, a la compra y ¡estamos de aniversario! Menos mal que al menos no hay cole.

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