viernes, 20 de marzo de 2020

Diario de una cuarentena. Día 8

Cuarentena son cuarenta días ¿no?... bah, déjalo.

Esta mañana me levanté cuando todos en casa dormían. Normalmente disfruto de esa sensación, pero la verdad es que estaba bastante aturdida; de noche me había despertado por un dolor en la barriga y estuve más de media hora despierta. Interrumpir el sueño es algo que me sienta fatal.
Después de la ducha y el desayuno ya estaba más centrada y sobre todo, tenía un objetivo laboral (últimamente no sé para qué o para quién trabajo). Tenemos una aplicación para gestión de zonas verdes y la empresa que nos lo vendió, dijo hace un tiempo que buscásemos un día para hacer un curso online. Cuando lo propusieron pensé "uff, pues a ver cuándo encontramos un día que nos venga bien parar para esto" y sin embargo, ahora nos encajaba perfectamente. ¡Cómo nos está cambiando la vida en pocos días! Buscando la forma de conseguir que mis compañeras pudiesen trabajar más desde casa fue cuando se me ocurrió este curso. Y además de ser la excusa perfecta para no salir tanto a la calle, sabía que iba a estar bien, porque a la chica que los imparte ya la conocemos y es estupenda. El único problema es que sólo nos podía dar la formación a dos a la vez, y fue mi otra compañera la que dijo que a ella no le importaba salir a la calle y dejarle el puesto a mi otra compañera. Es estupendo que nos conozcamos y sepamos nuestras preferencias y las necesidades de cada una, es fundamental trabajar a gusto. Siempre tratamos de amoldarnos unas a otras.
El caso es que mientras hacía tiempo para que empezase, se despertó mi hija. Ayer a última hora de la tarde se le cayó su primer diente y hoy, nada más despertarse, me llamaba para que comprobásemos juntas si el ratoncito Pérez le había dejado un regalo. Y es que ayer tenía sus dudas, con esto de la cuarentena, ja, ja, ja. Yo le dije que a los animales no les afectaba este virus y que además el ratoncito Pérez era mágico...pero ella tenía sus dudas.
Así que hoy, metió la mano debajo de la almohada, sacó la bolsita en la que la noche anterior habíamos metido el diente y vio una moneda. Aun medio dormida, se la acercó a los ojos como si fuera un tasador de joyas y sonrió al comprobar que había un dos. Era una moneda de 2 €.
Se levantó toda contenta con su moneda y su diente y la verdad es que la alegría le duró todo el día: envió una foto a sus compañeros de clase y hasta organizó una fiesta para celebrar lo del diente con sus muñecas y el karaoke.
Yo me fui a "mi trabajo" otra vez y estuve un par de horas dedicada al curso. La verdad es que estuvo muy bien por el contenido, muy práctico, pero también porque hablamos un poco del trabajo, de las dificultades que tenemos ahora para hacerlo...ella hablaba de lo que le apetece volver a visitar Coruña...sienta muy bien centrarse en cosas normales. Es el primer día desde que estamos encerrados que puedo pensar con claridad en mi trabajo. De hecho, después del curso pude continuar trabajando y aproveché para enviar unos correos pidiendo un poco que alguien nos dé indicaciones; que me digan qué hacemos y a quién le doy explicaciones, que ni siquiera me ha informado nadie de eso. No recibí ninguna respuesta, me siento todo el rato como si nos abandonasen a nuestra suerte, pero casi cuando iba a comer, recibo una llamada de mi jefa diciendo que desde el Ayuntamiento no entienden para qué estamos trabajando si no prestamos un servicio esencial. Yo ya no entiendo nada, pero tampoco me enfado como otros días, simplemente le digo que yo soy la primera que no creo que debamos seguir trabajando y que si estamos todos de acuerdo, que alguien me lo diga y ya está. Es inútil romperse la cabeza y pedir ayuda cuando nadie te escucha. Sólo cabe esperar con la mejor actitud posible.
Así que cuelgo y me pongo a comer con mi familia.
Por la tarde, aprovechando que todo el mundo está calmado y que yo estoy con ganas, sigo revisando cosas del trabajo hasta la hora de la merienda. Y en la merienda, de nuevo, tarta de chocolate 👏👏👏La tarta de chocolate es la vida y el amor y todo lo que más nos gusta.
El resto de la tarde transcurre con normalidad y me cuesta creer precisamente eso, que todo parezca tan normal. Pero es que cuando las cosas salen así tampoco hay que pedir explicaciones; estamos bien, tranquilos, nos sentimos bien y dejamos transcurrir la vida.
Hoy ha sido el primer día de la primavera. Me encanta la naturaleza y las plantas. Es reconfortante saber que ahí fuera, la vida sigue y el mundo continúa desarrollándose como siempre. La naturaleza sigue trabajando para que todo esté listo cuando salgamos.

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