miércoles, 8 de mayo de 2013

El día de mi madre

El domingo fue el día de la madre pero hoy es el día de mi madre. Hoy cumpliría 80 años.
En las últimas semanas me he parado más de una vez delante de un escaparate pensando en posibles regalos y antes de darme cuenta de que este año no le regalaríamos nada, me he "apuntado mentalmente" que tenía que hablar con mis hermanas sobre eso. Normalmente le regalábamos ropa, juntanto ya los dos regalos (día de la madre y cumpleaños), o un bañador... sobre todo el regalo era que ella saliese a comprar ya que, fuera de estas ocasiones no lo hacía. Ella era de las de "no necesito nada" o "total para lo que salgo", como si no se mereciese ir guapa aunque fuese al súper. Y el continuo "hay que apretarse el cinturón" de mi padre, no la ayudaba mucho.
Así que nosotras aprovechábamos estas ocasiones para "ponerla guapa", pero sobre todo para que saliese ella de tiendas, con lo que anima eso. 
Seguro que este año buscaríamos algo especial, una joya, tal vez, que expresase nuestro cariño y pusiese la guinda a esta fecha tan redonda. Evidentemente, no se alcanza una década tan alta así como así. Y habría flores, cómo no, y dibujos de los nietos también, seguro. Ese sí que era un regalo que le gustaba de verdad.
Pero así son estas cosas, no nos acostumbramos. Una no deja de tener madre de un día a otro y, ni siquiera, cuando van pasando los meses. Y eso es algo que pienso a menudo. Cuando mis amigos hablaban de comer con sus madres el día de la idem, yo pensaba "claro, como yo no tengo...", pero inmediatamente me decía que no es así. No siento que no tenga madre, no creo que eso sea así. Yo tengo a mi madre ¿cómo no la voy a tener? Mi madre no estuvo a mi lado durante 40 años para desaparecer ahora y no ser más que un recuerdo. La huella que deja una madre y todo lo que vives con ella hace que nunca te deje, porque vive en tí y porque una madre como la mía no te deja ni aunque se muera. Así de sencillo.
Mi madre hoy estaría feliz, recibiría las flores en casa con una enorme sonrisa y esperaría la llegada de mi hermana y mis sobrinos por la tarde con la ilusión de un niño pequeño en su cumpleaños. Eso es una de las cosas que más identifico con mi madre, la sonrisa, la risa y las carcajadas. Mi abuela materna era igual y mis hermanas también ríen constantemente, así que creo que es algo que nos ha inculcado a fondo. Creo que la alegría, como el amor, es algo que se siente de una manera innata, pero también es algo que se transmite y se enseña. Mi madre nos enseñó a querer queriéndonos y también nos enseñó a reir a carcajadas, porque ella lo hacía siempre.
Cada vez que mi hijo tiene un ataque espontáneo de risa, así, sin motivo aparente, reir por reir... yo río también, lo abrazo y lo beso entre risas y muchas veces acabamos en el suelo con un ataque de risa descontrolado. Creo que esa felicidad compartida le ayudará a saber ser feliz y a saber querer y sin que él lo sepa, esas risas nos traen a su abuela, que seguro que también ríe feliz observándonos desde sabe Dios dónde.
Hoy no habrá regalos. No habrá compras compartidas ni llamadas de felicitación. Pero habrá risas en cada una de nuestras casas y habrá amor. Así mi madre sonreirá allí donde esté y celebrará como merece su 80 cumpleaños, con sus hijas y sus nietos, que no la olvidan.
¡Felicidades mamá!